domingo, 12 de enero de 2014

El final del camino

uf, qué difícil es esto.

Hoy tiene más sentido que nunca el nombre de este blog.

Estoy huyendo, evitando como siempre.

No sentir, no existir.


He cambiado muchas cosas, pero realmente lo básico sigue igual. El otro día mi psicóloga me dijo que por fin no estoy flotando como si nada pasara, con la absurda sonrisa siempre, sin sentir y sin mirar lo que estaba pasando.


Vale. He destruido mucho de eso que me envolvía, pero no todo. Y ahora ya estoy demasiado cansada. Estoy harta de mi misma. He luchado mucho, pero nunca he sido capaz de desnudarme, de sufrir sin anestesia, de aceptar mi vida, mi cuerpo, mi familia...

Han pasado los años, he pasado por CINCO psicólogas, otros tantos psiquiatras y ¿qué es lo que tengo? Mi psicóloga me ha dicho que es mejor que me trate otra persona. Oh no, eso ya lo he vivido.

Vale. Estoy sola de nuevo. Sola y loca. Sola, cansada y loca.

Este último tiempo he tratado de renovarme. Dejé a mi pareja tras 4 años juntos, me mudé a una habitación, dejé mi trabajo y empecé (otra vez) de cero.
FRACASO.
Aún no sé cómo se torció la cosa del todo, pero hace mucho que me paso el día entero comiendo y encerrada en casa. He cogido tanto peso. Otra vez. Esto ya lo he vivido.

Mierda. Mi vida es un puto bucle enfermizo. Ya no soy una estúpida adolescente, pero no soy capaz de mirar hacia delante.



¿Qué debo hacer? ¿salir ahí con mis casi 100kgs? Estoy completa y absolutamente sola. Incluso he pensado en volver a mi ciudad, donde aún conservo algunas amistades. El problema es que allí vive mi madre y hace muchos años que recorrí 400kgs para alejarme de ella (la única buena decisión de toda mi vida)


No sé cómo es la normalidad. Nunca ha habido estabilidad en mi vida, nunca, ni cuando era pequeña. ¿Qué debo hacer? ¿matarme de hambre hasta volver a una talla que encuentre en las tiendas? ¿seguir comiendo hasta reventar?



Esto es lo que me ronda la cabeza, pero son mierdas. Superficie, detalles, como siempre. Ya sé lo que debo hacer. Pero es que no soy capaz de hacer lo que debería. Aceptar que siempre estaré así, engordando/adelgazando, alternando depresión/euforia, sociabilidad extrema/soledad; es aceptar que no quiero seguir viviendo. Si esa soy yo, si ese es mi plan de vida, no lo quiero.

No sé muy bien quién soy. Supongo que ahora simplemente estoy algo deprimida, pero es que estoy tan vacía. Reflotar este barco es demasiado.

Estoy cansada. Estoy harta de mi. Huyendo. Siempre de aquí para allá. Corriendo o comiendo. Odiándome y despreciándome, incluso por cosas que yo no puedo cambiar.

Me doy asco porque no soy como podría o debería ser. Me odio porque no he conseguido que mi madre me quiera. Ese dolor es tan profundo. No puedo soportarlo. Desde que lo he descubierto quiero arrancarlo de mi piel. Pero ahí sigue. Y yo mientras como y como, de vez en cuando vomito, me siento culpable, me encierro horas y horas...




Y así estoy. Sin terapia. Con una vida sin rumbo. Sin trabajo, sin dinero, sin amigos pero con un terrible sobrepeso.

Soy una maldita tortuga con un caparazón muy muy duro, que en el fondo y pese a la impresión que doy, estoy aterrorizada. Me da tanto miedo todo. Ahora veo que todo es tan inestable. Ni siquiera sé cómo voy a pagar mi parte de alquiler este mes




Pero por algún incomprensible motivo sigo. Tengo una pequeña esperanza de poder salir, de ser feliz algún día.

Tengo que seguir. Hasta que deje de hacerlo.